Te presté mi confianza, te envolví con ella, te arropé y te protegí, te defendí, te cuidé.
Juntos nos balanceamos y movimos en la misma corriente hasta que un día tu te fuiste en un remolino de agua fría que iba a contracorriente.
Fue refrescante mientras duró, fue libre y eterno hasta que acabó.
Pero ahora, me doy cuenta de que no eras un simple buceador, eras un invasor que querías conquistar lo que no era tuyo a la fuerza pero gracias a un tsunami saliste de mis aguas.
Dejaste de contaminar las orillas y de ensuciar la arena.
Dejaste mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario